Nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía contraria. Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad y donde las gentes condenados a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra. Gabriel García Márquez

sábado, 6 de noviembre de 2010

LIBRO: QUIETO



Quieto
Serra, Màrius
Anagrama
240 páginas
ISBN: 8433971832 ISBN-13: 9788433971838





Es una propuesta de lectura.

Tal y como aparece en un artículo en ADN :

"El escritor, narrador y traductor Màrius Serra ha ganado el XIII Premio de Comunicación de la Asociación de Paraplégicos y Discapacitados Físicos de Lleida, ASPID, por su libro "Quieto", protagonizado por Lluís, su hijo de 8 años que falleció en 2009 como consecuencia de una grave encefalopatía".

Según ha informado la editorial Empúries, el jurado ha valorado la "especial sensibilidad y normalidad" con la que Màrius Serra ha reflejado en su obra los problemas de la vida diaria de las personas con discapacidad.

Según el jurado ASPID, "Quieto" es un "juego de sensaciones que llega a provocar risas, llantos, indignación, reflexiones e incluso viajes".

Quieto cubre siete años en la vida de nuestro hijo Lluís Serra Pablo, alias Llullu, que nació con una grave encefalopatía, escribe el autor. La terminología médica dice «encefalopatía no filiada», el lenguaje popular «parálisis cerebral» y el lenguaje administrativo «discapacitado con grado de disminución del 85%». En casa, todas estas etiquetas cuentan poco. Lluís es nuestro segundo hijo. En Quieto he buscado explicar el ambivalente estado emocional que provoca tener un hijo que no progresa adecuadamente. Me ha parecido que la mejor manera de hacerlo era rescatar escenas fijadas en la memoria. Dorian Gray vendió su alma al diablo para poder ser, más que inmortal, invariable, mientras los estragos del tiempo iban modificando el retrato que había escondido en el sótano. Aquí se invierte el proceso. Nuestro hijo y todos los que son como él actúan de espejos. Todos los que nos miramos en ellos envejecemos de un modo distinto. Si Dorian Gray hubiese conocido a un Llullu habría aprendido a mirar en vez de querer ser mirado. A envejecer.

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